viernes, 17 de junio de 2011

El profesor

Cada tres años surge casi de la nada el famoso informe PISA que no hace más que constatar la evidencia, que el nivel de conocimientos de los estudiantes españoles está muy por debajo del de la media europea. Pues bien, la aparición de dicho informe no es más que la excusa perfecta para que una parte de la prensa aproveche el momento para estigmatizar al sector estudiantil del país. Es entonces cuando se dibuja de forma sesgada y prejuiciosa una juventud en la que sólo los valores de la pereza, la desmotivación y la falta de trabajo imperan por encima del resto de principios. Ese sector de la prensa –no caeré en su mismo error de generalizar a un colectivo por unos pocos- debería buscar la raíz del problema en otro sitio, puesto que al fin y al cabo los estudiantes –una parte de ellos, ¡no generalicemos tampoco!- son los más interesados en aprender.

Es obvio que los cambios constantes en el sistema educativo español no favorecen, más bien dificultan, el aprendizaje de los alumnos y también el trabajo de los profesores. Ahora que surge la figura del profesor recuerdo que para que un alumno interiorice algún tipo de conocimiento debe haber alguien que se lo transfiera, esa es -o debería ser- la figura del maestro. Sin embargo, el concepto clásico de profesor ha variado mucho con el paso de los años y ahora no se contempla como el ente transmisor de sabiduría que era antaño, sino que se tiene de él una imagen prejuiciosa. El profesor es el funcionario perfecto: tres meses de vacaciones, innumerables ventajas, horas libres entre clases, etcétera.

Muchos de los alumnos a los que la prensa cataloga de vagos e irresponsables quieren y desean aprender pero se encuentran –en ocasiones, no siempre- con profesores que se explican como un libro cerrado o que no logran motivarles para que adquieran más conocimiento del preestablecido, que rara vez se asume. Una parte del profesorado –no toda- se ha establecido en la comodidad del sistema funcionarial y se dedica a cumplir su horario laboral. El conformismo en alguien que debe explicar y fomentar el aprendizaje y la formación deberían estar prohibidos. El informe PISA juzga a los estudiantes y su nivel de conocimientos, pero ¿quién evalúa a los profesores que son parte directa del éxito o fracaso de sus discípulos? Basta una pregunta a los alumnos para saber qué profesor logra motivar y sacar lo mejor de sí de los estudiantes y cuáles no logran ese objetivo. Ser profesor es mucho más que saber, ser profesor consiste en saber explicar el saber.

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