jueves, 23 de diciembre de 2010

Las sillas y los micrófonos también bailan

Eran las once y media y allí no había nadie. Ni periodistas, ni la presidenta de Òmnium Cultural, ni ningún dirigente de la institución, ni siquiera los galardonados de la sexagésima edición de los premios Nit de Santa Llúcia. La sala de actos de la sede central de Òmnium estaba totalmente desierta y solo unas filas de sillas azules le daban un poco de relleno y colorido. Poco a poco fue apareciendo algún periodista que, tímido, entraba en la sala, como si temiera haberse equivocado de lugar. Buscaba con la mirada a otros colegas que confirmaran que, efectivamente, era allí donde se llevaría a cabo la rueda de prensa que daría a conocer a los vencedores del concurso. Con el tiempo fueron entrando los reporteros que al comenzar la rueda de prensa se podían contar por una quincena. La Presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, explicaba a los allí presentes la importancia de los premios y el aumento en el montante económico de este año. Después fue presentando a los galardonados, que atendían la exposición de Casals en primera fila. Los premiados fueron subiendo por categorías a la mesa presidencial para comentar, junto con los miembros del jurado, características de la obra y para dar pequeñas nociones de sus relatos. Fue entre ese incesante ir y venir de premiados cuando comenzó otro baile más interesante: el de sillas y micrófonos. Esa danza inesperada se convirtió en la peor pesadilla de Casals y volvió locos a los galardonados y a los jurados. Que si falta una silla por aquí, que si otra por allá, que si me siento yo, que si yo no me siento. Fue entonces cuando alguna que otra silla despegó desde el suelo y empezó a surcar el cielo de la sala en búsqueda de alguna columna vertebral huérfana de un respaldo digno. Pero no acabaron ahí los problemas logísticos de Òmnium. Faltaban los micrófonos, esos aparatos que normalmente amplifican el sonido, pero que en este caso amplificaron el descontrol y la falta de planificación de una institución emblemática para organizar una desconcertante rueda de prensa. Que si no hay micrófonos para todos, que si yo lo comparto contigo, que si tú conmigo…Que si júntate más que no llego, que si ahora estoy muy lejos, que si ahora muy cerca, que si me toca a mí, que si te toca a ti. Todo este trajín mientras los jurados y galardonados iban comentando sus pareceres y pensamientos sobre las obras, aunque, claro está, eso había pasado ya a un segundo plano. Las sillas y los micrófonos se habían ganado el respeto de los asistentes y, como verdaderos protagonistas, el favor y la atención de los periodistas.